¿Estás cansado de tener estabilidad financiera, dormir tranquilo y disfrutar de tus fines de semana? ¿Te parece que eso de tener inventario, ventas y clientes felices es demasiado… aburrido? ¿Sientes que tu vida necesita más adrenalina, más riesgo, más pulsaciones por minuto?
Entonces tengo el negocio perfecto para ti: ¡VENDER EN AMAZON!
Sí, amigo emprendedor, siéntate y prepárate, porque lo que te voy a contar es una historia de amor, traición, algoritmos locos y devoluciones imposibles. Esto no es solo vender online: es una montaña rusa emocional y financiera patrocinada por una corporación que, con una sonrisa de Jeff Bezos en la portada, puede llevarte del cielo al infierno… en cuestión de clics.
1. Todo empieza como un cuento de hadas...
Oh, Amazon. Qué tentador eres. Con tus millones de usuarios diarios, tu interfaz amigable y esa promesa de ganancias escalables, como dicen los gurús de YouTube que nunca han vendido ni un sacapuntas.
Te registras como vendedor, mandas tu stock al centro logístico de Amazon (FBA, para los íntimos), te haces un logo bonito en Canva, te crees Steve Jobs en garaje, y piensas: “¡Ahora sí! A facturar millones mientras duermo.”
Y al principio… funciona. Vendiste 10 unidades el primer día. Un cliente te dejó 5 estrellas. Le contaste a tu familia que eres “empresario e-commerce”. Ya estás mirando Teslas por internet y buscando pisos en Andorra.
Pero no sabes que acabas de firmar un pacto con el diablo. Y el diablo... no tiene atención al cliente.
2. Bienvenido a la selva (donde el algoritmo tiene cuchillos)
Tú pensabas que el mayor enemigo era tu competencia. ¡Qué iluso! El verdadero villano es el algoritmo de Amazon. Ese ente místico, opaco, sin rostro ni lógica humana, que de repente decide:
“Esta cuenta parece sospechosa. La bloqueamos preventivamente por ‘actividad inusual’. Saludos cordiales.”
Y así, sin previo aviso, sin derecho a réplica, sin juicio ni jurado, te suspenden la cuenta. ¿Motivo? “Verificación de identidad pendiente”. ¿Pero si ya mandaste el DNI, las facturas, una ecografía y una foto tuya abrazando a un repartidor de Amazon?
¡No importa! El bot quiere más. Y si no le das lo que quiere, tu cuenta se queda en el limbo. Y con ella: tus fondos, tus pedidos, tus reseñas, tu stock y tu fe en la humanidad.
3. ¡Sorpresa! Tus fondos están “en revisión” (indefinidamente)
Imagina esto: has vendido 50.000€ este mes. Bien hecho, crack. Pero un cliente se queja de que su paquete “olía raro”. Otro dice que el producto “no era tan bonito como en la foto”. Y otro te pide devolución porque “cambió de opinión” (sí, eso es válido).
¿El resultado? Amazon retiene tus fondos.
Y cuando preguntas por qué, te mandan un mensaje tipo horóscopo:
“Tu cuenta ha sido marcada para una revisión rutinaria de seguridad. Estimamos que este proceso puede tardar entre 14 días y... nunca.”
¿Y tú qué haces? Nada. Porque no puedes hablar con nadie que tenga pulso. Solo bots. Bots que responden con otras preguntas. Bots que te piden documentos que ya subiste tres veces. Bots que te dan un ticket y desaparecen.
Y mientras tanto, tú tienes proveedores que pagar, deudas que atender, empleados que te miran con cara de “¿cobramos este mes?”, y un saldo congelado que parece una broma de mal gusto.
4. Las devoluciones mágicas (y absurdas)
Ah, las devoluciones. Ese hermoso proceso donde el cliente tiene razón... incluso cuando no la tiene, cuando miente o cuando manda de vuelta una caja con piedras.
Literal: hay gente que compra un iPhone, lo sustituye por un Nokia del 2005, lo devuelve y Amazon… ¡le devuelve el dinero! Y a ti, vendedor de buena fe, te toca comerte el marrón.
Y no solo pierdes el producto. También te descuentan el importe, el envío, la comisión, el alma y la dignidad.
Cuando reclamas: “Lo sentimos, no podemos intervenir en la experiencia del cliente.”
Cuando lloras: “Este caso está cerrado, no podemos abrirlo de nuevo.”
Cuando gritas: “Por favor, esto es un robo.”
Y ellos: “Gracias por contactar con Amazon. ¿Podemos ayudarte en algo más?”
5. ¡Prepárate para el juego del inventario perdido!
¿Creías que mandar tu stock a FBA era seguro? ¡JAJAJAJA!
Amazon es experto en logística… hasta que no lo es.
Hay días en que desaparecen 10 unidades. ¿Dónde están? Nadie sabe. Quizás están en el multiverso de cajas equivocadas, junto a los calcetines desaparecidos de la lavadora.
A veces aparecen. A veces no. A veces Amazon admite que los perdió... pero te compensa con el valor mínimo registrado, no lo que tú pagaste ni lo que ibas a vender.
Y cuando decides retirar tu inventario porque estás harto… ¡otro show! Puede tardar semanas, incluso meses. A veces llega incompleto, roto o con stickers de “No vendible” puestos por algún empleado entusiasta.
6. Proveedores, facturas y el arte de arruinarte sin vender nada
Pero la mejor parte es esta: tú no puedes esperar a que Amazon se decida a liberarte los fondos. Tienes que pagar al proveedor antes. Comprar stock, pagar envío, aduanas, impuestos… todo por adelantado.
¿Y si Amazon te bloquea la cuenta justo después de pagar? Mala suerte.
¿Y si tienes 20.000€ en stock y no puedes venderlo porque te suspendieron sin motivo claro? Mala suerte.
¿Y si te devuelven el stock 3 meses después y todo está caducado, obsoleto o dañado? Mala. Suerte.
Amazon no responde. Amazon no se responsabiliza. Amazon te dice: “Revise nuestras políticas. Atentamente, un robot sin alma.”
7. ¿Quién necesita un abogado cuando tienes un PDF de políticas?
Si te atreves a quejarte, a levantar la voz, a exigir justicia... Amazon te recuerda que aceptaste sus términos y condiciones, esos 87.000 caracteres que nadie leyó pero todos firmaron.
¿Que el cliente devolvió un producto usado y tú pierdes dinero?
Política de devoluciones.
¿Que tu cuenta fue cerrada sin razón clara?
Política de seguridad.
¿Que tu inventario está secuestrado en un almacén de Mordor?
Política de logística.
Y lo mejor: estas políticas pueden cambiar. Sin avisar. Sin notificación. Un día estás cumpliendo todo, al siguiente estás fuera por “incumplimiento de una nueva cláusula de la sección 3.2.8.5.7 del apéndice J del reglamento interno del departamento de humo”.
8. Servicio al vendedor: un chiste cruel
¿Quieres hablar con alguien? ¿Un humano, tal vez? Olvídalo.
El “soporte a vendedores” de Amazon es como pedir ayuda a una pared. Te responden con mensajes genéricos. Te abren tickets que nunca se cierran. Te redirigen a otras secciones que dicen: “No gestionamos este tipo de consultas”.
Y si insistes demasiado… te marcan como “vendedor conflictivo”. Porque encima tú eres el problema, ¿lo pillas?
9. Entonces, ¿por qué seguimos vendiendo en Amazon?
Porque tiene tráfico. Porque es el mercado. Porque si no estás en Amazon, es como si no existieras.
Y eso es lo más retorcido del asunto. Nos tienen atados, enganchados a una plataforma que puede arruinarnos en cualquier momento, y aun así seguimos. Seguimos porque, cuando funciona, funciona muy bien. Pero cuando falla… te arrastra al infierno empresarial con una eficiencia alemana.
10. Reflexión final: el club de los vendedores quemados
Si estás pensando en vender en Amazon, que no se te olvide esto:
No eres su socio. Eres su recurso.
No controlas tu tienda. Amazon sí.
No tienes clientes. Son clientes de Amazon.
No tienes seguridad. Solo esperanza.
Amazon es como ese ex tóxico que te promete el cielo, te deja en la ruina y encima te bloquea de WhatsApp. Pero no puedes dejarlo, porque tiene lo que tú quieres: visibilidad, tráfico, y millones de compradores que no saben (ni les importa) lo que hay detrás.
Así que vende si quieres. Pero no digas que no te avisé.
Nos vemos en el foro, en la sección de “Cuenta suspendida sin razón”. Estaremos ahí, compartiendo memes, sarcasmo y el número del psicólogo.
¡Bienvenido a la jungla, vendedor!